El tiburón y las sardinas
Gustavo Espinoza M.*
El pasado 1 de noviembre la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó
una nueva resolución de condena universal al bloqueo norteamericano impuesto a
Cuba desde el 1961.
Esta vez 189 países se solidarizaron con la isla del Caribe, en tanto
que solo dos -Estados Unidos e Israel- votaron por mantener la medida adoptada
por la Casa Blanca para doblegar a ese país. Es bueno, en este marco, echar un
breve vistazo al pasado:
En el 1854 los ministros de Estados Unidos ante España, reunidos en
Bélgica, expusieron su idea respeto a las relaciones de su país con Cuba: “la
Unión no podrá disfrutar de reposo, ni gozar de una seguridad confiable,
mientras Cuba no sea incluida en sus fronteras”.
Al año siguiente, el senador por Kentucky, John Crittenden, sostuvo:
“Cuba nos pertenece geográficamente. Debe venir a nosotros. Debe ser nuestra
antes de mucho tiempo”.
La idea era tan obsesiva, que hasta el poeta Walt Whitman aseguró: “el
destino manifiesto ciertamente señala hacia la rápida anexión de Cuba por los
Estados Unidos”.
Años más tarde, en el 1898 el ministro de Estados Unidos ante España,
Stewart Woodford, aseguraba: “la independencia de Cuba es absolutamente
imposible como una solución permanente”; en tanto que William Sulzer,
representante por Nueva York ante el Congreso USA, sostenía: “Cuba se encuentra
en nuestras propias puertas y es parte natural de nuestro dominio geográfico”.
Quizá estas referencias ayuden a entender que no es solo por el
socialismo que Estados Unidos acosa a Cuba. Lo hizo desde hace más de 200 años
por una razón muy simple: no la tolera como país independiente y soberano. Y su
más viva aspiración, es anexarla, como hizo con Puerto Rico.
Eso explica que muchos países que nada tienen que ver con el socialismo
voten contra el bloqueo a Cuba como una manera de decir no a la voracidad del
Imperio. Y es que ningún Estado independiente y soberano puede admitir hoy que
una gran potencia busque anexarse a un país pequeño. Nadie quiere, en nuestro
tiempo, que el tiburón se coma a las sardinas.
Y es que hay quienes, en el país del Norte, no admiten fronteras salvo
las suyas. Procuran tan solo embolsarse recursos: oro, plata, cobre, hierro,
petróleo; pero también productos cárnicos, trigo, maíz; agua, gas y todo lo que
posee nuestro continente.
Por eso justifican las guerras de “conquista” como en el Medioevo. Eso
explica lo que hoy ocurre en el mundo.
Recientemente se supo que la administración Trump prohibió al Perú
comprar armas a Rusia. Es más, amenazó con sancionar personalmente a ministros
de Estado y a jefes militares que autoricen dichas compras o firmen convenios
que las permitan.
Pero el asunto ha pasado virtualmente desapercibido ¿No es este un tema
de independencia y soberanía? ¿No estamos en la víspera de cumplir 200 años en
la condición de Estado soberano? No solo es Cuba, también nosotros.
*Expresidente de la Federación de Estudiantes del Perú. Exsecretario
General de la CGTP. Exdiputado (1985–90). Del colectivo de dirección de Nuestra
Bandera
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