La posverdad
Jorge Luis Cerletti*
Definiciones
de la Verdad del Dicc. de la Real Academia (DRA.): “1. Conformidad de las cosas
con el concepto que de ellas forma la mente. // 2. Conformidad de lo que se
dice con lo que se siente o se piensa. // 3. Propiedad que tiene una cosa de
mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. // 4. Juicio o proposición que
no se puede negar racionalmente…”
Como se
desprende de las definiciones precedentes en torno a la palabra verdad, ofrecen
una serie de precisiones que a su vez encierran ambigüedades. O sea,
brindan una claridad que también conlleva una significación evanescente que
mueve a la interpretación. Empero, esto no es una exclusividad de ese término
sino una característica del lenguaje. (1) Veamos.
Acerca de la
acepción “1”: la conformidad es relativa en tanto no defina a qué mente se
refiere. El concepto de un científico sobre la cosa difiere de la creación que
de ella hace un poeta. La “2”: aquí la ambigüedad es manifiesta, depende de la
subjetividad. La “3”: la inmutabilidad puede cuestionarse, por ej., desde la
Teoría de la Relatividad. En todo caso requiere determinaciones adicionales. La
“4”; pareciera la más concluyente. Sin embargo, la dificultad se traslada a la
problemática de la racionalidad.
Este rodeo
apunta a enfocar la significación y empleo de la llamada posverdad, que busca
imponerse en el actual escenario político-ideológico. Los recursos del lenguaje
y su ambigüedad intrínseca brindan su andamiaje para alterar conceptos como los
de explotación y dominación, esenciales para el capitalismo. Mentiras
existieron siempre pero la posverdad innova generando nuevos códigos
que manipulan el significado reconocido de la verdad para adecuarla al interés
de su emisor. Esto origina un lenguaje falaz que se aplica a la política y lo
social. No se trata de sinónimos como en las voces del lunfardo sino
de la falsificación de las ideas que se emiten a fin de engañar a sus
receptores. Vale decir, constituye la sistematización de la mentira.
Lo anterior
no sería viable si no fuera obra de un poder capaz de imponerla en la
sociedad. Para lograrlo, dicho poder debe asentarse en determinados
pilares. En lo económico, la aquiescencia de las grandes corporaciones;
en la comunicación, el manejo de la prensa oral y escrita; en lo político, la
instrumentación del Estado; y para licuar resistencias legales, el control del
Poder Judicial. Hoy, el gobierno de Macri, o sea el de los CEOs, reúne esos
requisitos y su principal efecto es ir construyendo una subjetividad social
acorde con sus intereses.
*Arquitecto argentino y fue profesor de Economía Política en la
Universidad de El Salvador y de Historia Social en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires.
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Nota
(1) “El
lenguaje tiene un lado individual y un lado social, y no se puede concebir el
uno sin el otro. (…) En cada instante el lenguaje implica a la vez un sistema
establecido y una evolución; en cada momento es una institución actual y un
producto del pasado.” (“Curso de lingüística general” de Ferdinand de
Saususure, pág. 50)
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